Imagínate que te preguntan cuáles
serían para ti las 2 claves más significativas que pueden hacer de un atleta,
un gran atleta. ¿Serías capaz de destacar solo
2 claves para el éxito de un atleta? Yo las tengo claras, la primera de
ellas sería el correcto trabajo del proceso de aerobización continua de nuestro
cuerpo como organismo pluricelular y la segunda sería, conseguir un correcto proceso
de aerobización de nuestras emociones, es decir, una fuerte inteligencia emocional.
¿Nos hemos parado alguna vez a pensar
lo qué son las emociones?
Sinceramente no, de hecho, no estaríamos ahora otorgándoles este espacio. Las emociones son estados afectivos que cada
uno de nosotros experimenta cada día de manera individual. Cambios fisiológicos
y endocrinos en el interior de nuestro organismo que generan una descompensación en nuestro comportamiento de manera NO consciente.
Hasta hace nada las emociones han
estado muy poco valoradas y tanto
entrenadores como deportistas gastábamos todo nuestro esfuerzo y tiempo en
el entrenamiento físico. Y no nos
dábamos cuenta que las emociones nos indican estados
internos personales, motivaciones, deseos e incluso objetivos. Hoy más que nunca nos damos cuenta de que sin
esos feelings la máquina no se mueve. Ésta claro que es difícil trazar un lazo entre
emoción y conducta porque uno no sabe cómo va a reaccionar, pero si les
prestamos atención, si empezamos a conocerlas, podremos mejorar mucho nuestro
rendimiento y eso solo se hace mediante entrenamiento. Cada uno de nosotros
reacciona de manera independiente atendiendo a sus experiencias pasadas entre
otros rasgos.
Dedica un poco de tu tiempo a esos cambios
producidos en tu comportamiento y el de tus atletas, por qué aparecen, hacia
dónde os llevan, etc.
Existen 6 emociones básicas, las
cuales no podemos cambiar; miedo, sorpresa, aversión, ira, alegría y tristeza.
Éstas son las desencadenantes de las diferentes percepciones que
experimentemos, las cuales sí se pueden modificar: protección, rechazo,
peligro… la vivencia de las mismas y lo
que nos aporte nos llevará a repetir aquello que nos ha gustado o a rechazar lo
que no. Ya que las emociones conllevan generalmente a un conjunto de
cogniciones, actitudes y creencias sobre nuestro mundo exterior, sobre cada una
de las situaciones que podamos vivir, influenciándonos en el modo de
percibirlas. No deberíamos dejar que
eso fuese así, deberíamos hacer hincapié y trabajar sobre esos rechazos,
encontrar su foco y reorientarlo hacia un lado motivante. Depende de nosotros, cuanto más las entrenemos,
más nos adaptaremos a ellas. Y a eso es
a lo que me refiero con “proceso de
aerobización de las emociones”.
No le encontráis semejanza con el funcionamiento de la mejora y
asimilación del entrenamiento aeróbico? (lo que hemos llamado al principio
“proceso de aerobización continua”). Un atleta repite en cada uno de sus
microciclos de su planificación unas líneas de trabajo que conllevan machacar y
machacar diferentes intensidades para conseguir que esos ritmos sean interiorizados
por el cuerpo y plasmarlos el día de la competición. Ok, ésta es la parte en la
que todo el mundo se centra, la única que se entrena pero el día de la
competición prácticamente nunca, competimos con las mismas condiciones que se
dan en nuestros entrenamientos diarios.
Podemos encontrarnos con
campeonatos de un nivel inferior o superior lo que conllevaría una mayor o
menor presión, aun así, todos ellos: competiciones. No se suelen celebrar en tu
lugar de entrenamiento diario, no compites con la misma ropa ya que te ves
obligado a hacerla con la de tu club oficial, las gradas se llenan, en la línea
de salida aparecen tus rivales a tus dos lados, ya no eres tú el que da la
salida sino el juez con su pistola, tus ojos ya no miran solo al frente sino
que deben atender a los movimientos de los demás atletas y así así podríamos
enunciar una serie larga y extensa de sentimientos que aparecen como
consecuencia de cada competición.
¿Cuándo
empiezan estos sentimientos? Pues depende del atleta, hay atletas que hasta
que no empiezan a calentar ese mismo día no empiezan a notar que en breves
instantes deben volver a superarse. Otros en el momento que llegan a las
instalaciones y sin embargo hay muchos
otros que los nervios y presiones florecen días antes de la misma, la noche
anterior, etc. Y ¿a tu atleta?.
¿Cómo se entrenan estos sentimientos? Como ya hemos
descrito necesitamos conocerlos, saber cuándo se originan, por qué, hacia dónde
nos llevan, es decir, que tipo de desequilibrios nos desencadenan... Para ello la comunicación entrenador-atleta es crucial.
Por ejemplo, imaginaros que
tenéis un atleta que está acostumbrado a ir detrás de alguien en todos los
trabajos fraccionados que realiza porque por casualidades de la vida tiene un
“sparring” y que el día que éste no puede asistir al entrene por “x” nuestro
atleta se viene abajo y experimenta un miedo tremendo a ese entrenamiento.
¿cómo va a poder competir correctamente si no se atreve a hacer unas series
solo?. Y si es una chica de un nivel considerable que busca hacer una marca ya
decente en pista, no tiene ninguna rival en los alrededores que sea de nivel
parejo y le toca conseguir la marca a ella sola en una competición?. Tendremos
que obligarla a realizar la calidad sola, el sparring si quiere puede animar
desde las gradas, pero el día que le toque competir sola, tenemos que conseguir
que frente a la línea de salida se presente una atleta con determinación y sin
miedo a nada.
¿Le has preguntado alguna vez a tus atletas cuales son sus miedos respecto a la competición?
Yo puedo ser un claro exponente de lo que comentas: Desde pequeño (ya soy veterano), cuando competía en infantiles y cadetes, me suponía mucha presión el hecho de ir a competir. Ahora entreno solo siempre y suelo hacer las competiciones igual que los entrenos. Me da igual hacer un 1.500 en una competición que entrenarlo solo.
ResponderEliminarCreo que mi miedo en la competición es desfallecer, no cumplir mis propias expectativas, no se.
Un abrazo.